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Fecha de publicación: 5 de Junio de 2025 a las 12:49:00 hs

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Medio: INFOBAE

Categoría: GENERAL

Del dólar salvavidas al dólar criminal: el régimen de Venezuela vuelve a perseguir el tipo de cambio que desafía la censura

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Descripción: El precio del dólar paralelo desaparece a ojos del público, pero sigue marcando la economía en la sombra. “¿A cuánto está hoy?”, vuelve a ser una pregunta dubitativa y temerosa: el mínimo error puede costar la cárcel

Contenido: El dólar entró a Venezuela sin permiso formal, pero con la bendición tácita del poder. En 2018, cuando el bolívar ya no alcanzaba ni para el pan, el régimen de Nicolás Maduro dejó de combatir el uso de divisas extranjeras. La legalidad no cambió, pero la práctica sí: millones comenzaron a transar en dólares sin temor a represalias. El Estado, asfixiado por la hiperinflación y la crisis que ellos mismos generaron, optó por mirar a otro lado.

Sin haber una dolarización oficial, se convirtió en el instrumento de supervivencia de buena parte de la población. Pero esa tolerancia, que surgió como una estrategia de emergencia, se convirtió ahora en blanco de persecución. Esta vez, no por usar dólares, sino por decir en cuánto se cotizan fuera del mercado oficial.

En las últimas semanas, el régimen venezolano activó una campaña represiva contra quienes publican el precio del dólar paralelo, el tipo de cambio que emerge del libre mercado, sin intervención estatal. El detonante: el aumento abrupto de la brecha entre el dólar oficial —controlado por el Banco Central de Venezuela (BCV)— y el paralelo, que llegó a superar el 50% a mediados de este año.

El contexto explica el movimiento. Tras meses de relativa estabilidad, sostenida por fuertes inyecciones de divisas del BCV —coincidentes con la campaña electoral de Maduro—, las reservas comenzaron a escasear. Y con el vencimiento de las licencias temporales que permitían a empresas petroleras estadounidenses operar en Venezuela, el flujo de dólares hacia la economía se redujo drásticamente. La cotización paralela subió. Los precios también. Y el régimen, en lugar de ajustar la política monetaria, optó por castigar a quien reflejara esa distorsión.

El 28 de mayo, Diosdado Cabello anunció la detención de una veintena de personas. Dijo que se trató de una investigación “silenciosa” y que los arrestados eran responsables de fijar el valor del dólar paralelo a través de portales y redes sociales. Poco después, la Fiscalía imputó a Carlos Pérez, administrador de la cuenta “Monitor Dólar”, uno de los indicadores más consultados del país. Los cargos fueron desproporcionados: terrorismo, asociación para delinquir, legitimación de capitales, captación indebida y oferta engañosa.

Las páginas dejaron de funcionar. Las cuentas fueron eliminadas. El mercado negro, lejos de desaparecer, quedó sin termómetro visible.

Este episodio marca un giro autoritario que recuerda los tiempos del control cambiario más estricto, vigente entre 2003 y 2018. En aquellos años, divulgar el precio no oficial del dólar podía significar una condena. Ahora, el régimen vuelve sobre sus propios pasos. El dólar, que alguna vez elogió como “válvula de escape”, volvió a ser retratado como “dólar criminal”. Así lo llamó Maduro en marzo pasado, resucitando la retórica de la “guerra económica”.

La paradoja es evidente: se persigue a quienes muestran el síntoma, no a quienes provocan la enfermedad.

En la práctica, los efectos se sienten en la calle. Comerciantes, consumidores y profesionales enfrentan un panorama opaco, sin referencias claras, sin saber a qué tipo de cambio operar.

“Me querían cobrar 86 dólares en bolívares por algo que costaba 60 si pagaba en efectivo”, relata Eleazar Armas, escolta en Caracas. “Pregunté por qué y me dijeron que ese era el valor oficial, que no podían usar otro”.

La ley obliga a cobrar según el dólar del BCV, pero la realidad impone otros cálculos. Muchos comerciantes aplicaban un promedio entre la tasa oficial y la paralela. Otros usaban el valor del euro como referencia. Algunos daban descuentos por pago en efectivo o vía Zelle, que sigue siendo el método más común para transferencias en dólares.

“Pierdo yo como comerciante si uso solo el oficial”, dice Nelson Martínez, de 30 años. “Pero ahora nadie se atreve a decir cuál es el precio real”.

El economista Luis Vicente León advirtió que eliminar las referencias del mercado paralelo no corrige el desequilibrio. La falta de confianza en el bolívar y la escasez de divisas alimentan la existencia de un dólar no oficial, que no desaparece porque se borre una página.

Aaron Olmos, profesor del IESA, coincide: “La brecha no va a desaparecer de la noche a la mañana. Puede disminuir momentáneamente por el miedo, pero la gente buscará otras formas de establecer precios”.

Con las detenciones y el cierre de las plataformas, el valor del dólar paralelo dejó de estar a simple vista. En su lugar, proliferan los cálculos a puerta cerrada, los precios cruzados con tasas implícitas y las cifras que viajan de teléfono en teléfono sin fuente clara.

En los comercios, en las casas, en los grupos de mensajería, la pregunta sigue siendo la misma: ¿a cuánto está el dólar hoy?

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