Fecha de publicación: 2 de Noviembre de 2025 a las 05:55:00 hs
Medio: TN
Categoría: GENERAL
Descripción: Aunque el sol y las flores anuncian renovación, muchos sienten lo contrario. Psicólogos y médicos explican por qué sucede este fenómeno, cuánto dura y qué hábitos ayudan a atravesar la astenia estacional.
Contenido: Con la llegada de los días más largos, las flores y las tardes templadas, la primavera promete vitalidad. Sin embargo, para muchos, lo que llega primero es el cansancio. Lo que popularmente se conoce como astenia primaveral es un fenómeno real: no es una enfermedad, sino una reacción natural del cuerpo ante los cambios de luz, temperatura y presión atmosférica.
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“El organismo necesita adaptarse al nuevo ritmo ambiental”, explica Santiago Taboada Rivas, médico español y miembro de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia. “No se trata de una patología, sino de un proceso de ajuste”. Ese proceso puede generar fatiga, somnolencia diurna, falta de apetito, aturdimiento o dificultad para concentrarse.
“Los cambios estacionales influyen sobre nuestro reloj circadiano”, señala la psicóloga Laura Palomares, directora de Avance Psicólogos (España). “La glándula pineal segrega menos melatonina, la hormona del sueño, al detectar más horas de luz. Al mismo tiempo, descienden los niveles de serotonina y endorfinas, asociadas con la motivación y el bienestar”.
Según Delia García Moratilla, psicóloga de Blua Sanitas, estos ajustes hormonales explican la sensación de “baterías bajas” y los cambios de ánimo. “El cuerpo tarda más en producir melatonina y puede costar conciliar el sueño. Además, el cambio de hábitos y rutinas típicos de esta época puede generar estrés o sensación de desajuste”, detalla.
La buena noticia: esta sensación es pasajera. “El organismo se adapta en una o dos semanas”, asegura Taboada. Si los síntomas se prolongan por un mes, es recomendable consultar al médico para descartar otras causas.
Según algunos estudios, los hombres pueden notar más el impacto del cambio de estación, aunque los niños y los adultos mayores son quienes más lo sufren.
La primavera también puede ser una oportunidad para reconectarse con los sentidos: caminar al sol, ajustar los horarios al nuevo ritmo de luz y elegir comidas más ligeras. Escuchar al cuerpo es clave para acompañar la transición sin forzarlo.
Y aunque “la primavera la sangre altera”, no siempre lo hace en sentido romántico. A veces, lo que altera es el equilibrio interno. Pero el resultado final —más energía, mejor humor y un cuerpo que se adapta— llega igual, solo hay que darle tiempo.
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