Fecha de publicación: 2 de Noviembre de 2025 a las 05:55:00 hs
Medio: TN
Categoría: GENERAL
Descripción: OPINIÓN. Columnista invitado (*) | Nuestro país podría convertirse en sede de uno de los data centers más grandes del mundo. Sí, nosotros.
Contenido: Sam Altman, CEO de OpenAI (la empresa detrás de ChatGPT), anunció junto al gobierno argentino un plan para construir un megacentro de datos de inteligencia artificial en la Patagonia, con una inversión que podría alcanzar los 25.000 millones de dólares.
Este proyecto, denominado Stargate Argentina, sería el primero de su tipo en Latinoamérica y busca posicionar al país a la vanguardia del ecosistema global de la inteligencia artificial.
Un centro de datos es un edificio especializado que alberga miles de servidores (computadoras de alto rendimiento) encargados de almacenar, procesar y transmitir grandes cantidades de información las 24 horas del día. Es el lugar físico donde residen y funcionan servicios en línea como correos electrónicos, videos streaming, redes sociales y, por supuesto, plataformas de inteligencia artificial como ChatGPT. Estos centros suelen ocupar edificios del tamaño de hangares para aviones o naves industriales, repletos de filas de racks de servidores, sistemas de enfriamiento y conexiones de alta velocidad.
Debido a la enorme cantidad de equipos electrónicos funcionando simultáneamente, los data centers consumen muchísima energía eléctrica y requieren sistemas de climatización para evitar el sobrecalentamiento. Por ejemplo, el centro de datos más grande de América Latina en la actualidad (ubicado en São Paulo, Brasil) demanda unos 61 megavatios (MW) de potencia eléctrica. Para ponerlo en contexto, 1 MW es suficiente para alimentar miles de hogares. El proyecto anunciado en Patagonia tendría una capacidad de hasta 500 MW, casi ocho veces más grande que el mayor data center regional existente, lo que da una idea de su escala colosal.
En términos sencillos, si la inteligencia artificial es el “cerebro” digital que aprende y responde, los centros de datos serían el corazón y los pulmones que le dan la energía y el ambiente necesarios para vivir. Son infraestructuras críticas en la era digital: sin centros de datos no tendríamos redes sociales, búsquedas en Internet, ni aplicaciones de IA funcionando en tiempo real.
La inteligencia artificial moderna requiere una inmensa capacidad de cómputo. Entrenar y operar estos modelos de IA es un proceso que consume cantidades masivas de datos y potencia de cálculo, muy por encima de lo que pueden manejar las computadoras personales o servidores tradicionales. Por eso, las compañías líderes en IA necesitan centros de datos equipados con hardware especializado (como GPUs y chips de IA) trabajando en paralelo. Es similar a una fábrica: así como una automotriz necesita una planta industrial para producir miles de vehículos, una empresa de IA necesita centros de datos gigantes para “producir” billones de cálculos por segundo.
El anuncio de Sam Altman generó sorpresa: ¿qué factores llevaron a elegir a la Argentina –y en particular la región patagónica– para un proyecto de esta envergadura? Varias razones tecnológicas, económicas y estratégicas confluyen en esta decisión:
La Argentina ofreció una combinación atractiva de políticas proinversión, recursos energéticos y capital humano que la hicieron destacar. Esta decisión, más allá de lo técnico, también tiene una lectura estratégica: coloca a la Argentina en el mapa mundial de la IA, un lugar reservado hasta ahora a polos tecnológicos tradicionales como Silicon Valley, Londres o Beijing.
Si este mega proyecto avanza, sus repercusiones podrían sentirse en múltiples áreas del país, desde el sector tecnológico hasta la economía real.
Leé también: Qué dijo el CEO de OpenAI sobre la inversión de US$25.000 millones en la Argentina y el proyecto Stargate
Un megadata center de IA en Patagonia no es solo un proyecto empresarial, sino que tiene el potencial de influir en el desarrollo del país. Desde ya, es importante manejar las expectativas con cautela: la materialización tomará años y requerirá un gran esfuerzo coordinado entre sector público y privado. Pero si se concreta, la Argentina pasaría a jugar en las “grandes ligas” de la revolución tecnológica actual.
Para el ciudadano de a pie, los efectos se verán en más trabajo, mejores servicios y la posibilidad de que las próximas grandes ideas en inteligencia artificial también hablen con tonada argentina.
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