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Fecha de publicación: 27 de Octubre de 2025 a las 05:00:00 hs

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Medio: INFOBAE

Categoría: GENERAL

El hombre que conquistó el salto imposible: la historia de Evel Knievel, el motociclista que voló sobre 14 autobuses

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Descripción: En 1975, el temerario estadounidense marcó un récord histórico que lo consagró como ícono del riesgo. Entre caídas, fracturas y hazañas, transformó el motociclismo en un fenómeno global y dejó un legado que aún inspira a la cultura popular

Contenido: A mediados de los años setenta, el mundo presenció cómo Evel Knievel llevó el riesgo en moto a una dimensión nunca antes vista. Con su salto sobre 14 autobuses alineados en Kings Island, Ohio, el acróbata estadounidense se convirtió en sinónimo de audacia y espectáculo.

Su historia, marcada tanto por saltos espectaculares como por caídas y fracturas, inspiró a nuevas generaciones: cada hazaña era un evento de masas y sus riesgos extremos transformaron el motociclismo en un espectáculo global seguido por millones.

El 25 de octubre de 1975, Evel Knievel logró lo que parecía imposible ante más de 25.000 personas y millones de televidentes desde sus casas. Aquella jornada lluviosa, con el ambiente cargado de tensión, el motociclista se preparó para realizar el salto más largo y exitoso de su carrera. Vestido con su inconfundible traje de estrellas y a bordo de su Harley-Davidson XR-750, alcanzó cerca de 153 km/h antes de lanzarse al vacío.

En segundos, Knievel voló sobre los catorce autobuses, recorrió 40,5 metros y aterrizó sobre la rampa de llegada. El chasis de la moto quedó destruido por el impacto, pero el piloto salió ileso y recibió una ovación eufórica: había establecido un récord mundial que cambiaría el motociclismo para siempre, según Smithsonian Magazine.

El contexto de este triunfo fue aún más impactante por lo ocurrido cinco meses antes. En mayo de 1975, Knievel había intentado saltar 13 autobuses en el estadio de Wembley, en Londres. Ese día, la moto con los colores de la bandera de Estados Unidos no logró la distancia necesaria, y el acróbata terminó con múltiples fracturas. La escena recorrió el mundo y muchos creyeron que su carrera terminaría ahí.

Sin embargo, lejos de rendirse, Knievel sorprendió a todos cuando, apenas recuperado de sus lesiones, prometió regresar a las pistas y superar su mayor fracaso. Pese al dolor físico y con sus huesos apenas soldados, decidió atreverse a un reto más ambicioso.

La perseverancia y determinación del motociclista terminaron consolidándolo como un ícono del riesgo y la superación.

La historia personal de Evel Knievel comenzó mucho antes de sus saltos más famosos. Nacido como Robert Craig Knievel, su apodo surgió en 1956 tras un breve paso por la cárcel debido al robo de una motocicleta. Compartía celda con un recluso apodado “Awful Knofel” y, a partir de esa convivencia, adoptó el nombre que lo acompañaría toda su vida.

El mote “Evel” —que suena como “evil” (malvado) en inglés— representó desde entonces su carácter desafiante y temerario.

Distintas versiones atribuyen la creación del sobrenombre a un carcelero o al propio Knievel, pero todos coinciden en que ese alias marcó el nacimiento de una leyenda.

El nombre no solo lo diferenció en el mundo del espectáculo, sino que también sintetizó su espíritu indómito y su inclinación a desafiar lo convencional, de acuerdo con la reconstrucción de Smithsonian Magazine.

Durante más de una década, Knievel cautivó al público con sus saltos y, en igual medida, con sus caídas espectaculares. Las estancias en hospitales se convirtieron en parte de su leyenda: cada vez que sanaba, la expectativa por su próximo reto crecía. Niños y adultos esperaban ver cómo este personaje desafiaba el peligro una y otra vez, haciendo del riesgo su rutina cotidiana.

Su impacto trascendió el motociclismo. Knievel inspiró a nuevas generaciones, impulsó la creación de eventos como los X Games y fue pionero del espíritu que luego alimentarían programas televisivos como Jackass de Johnny Knoxville.

Como resalta Smithsonian Magazine, su capacidad de cautivar a la audiencia y su voluntad de superar constantemente los límites influyeron de manera decisiva en el entretenimiento y la cultura popular contemporánea.

Décadas más tarde, la imagen de Evel Knievel permanece como símbolo de un hombre que, ante la adversidad, elegía acelerar y lanzarse hacia lo desconocido. Su vida es recordada no solo por los récords, sino por su ejemplo de coraje y perseverancia ante cada nueva prueba.

Knievel demostró que, para conquistar lo imposible, a veces basta con animarse a dar el salto, incluso cuando no hay certezas de lo que espera al otro lado.

En sus últimos años, Evel Knievel enfrentó las consecuencias físicas de una vida consagrada al riesgo. Las secuelas de decenas de fracturas, múltiples cirugías y el desgaste acumulado por sus espectaculares caídas quedaron marcadas en su salud.

Knievel fue diagnosticado con hepatitis C tras una transfusión de sangre y combatió durante años una afección pulmonar crónica que requirió constantes tratamientos médicos.

En 1999, se sometió a un trasplante de hígado, intervención que logró prolongar su vida y le permitió mantener cierta actividad pública, participando en entrevistas, documentales y apariciones que mantenían viva su fama de indomable. Pese al deterioro físico, nunca perdió el reconocimiento ni la admiración popular.

Falleció el 30 de noviembre de 2007 en Clearwater, Florida, a los 69 años. Su muerte movilizó a seguidores de todo el mundo, que recordaron no solo al acróbata temerario, sino también a un símbolo de perseverancia y coraje.

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