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Fecha de publicación: 14 de Octubre de 2025 a las 23:46:00 hs

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Medio: TN

Categoría: GENERAL

Ni Carlos Keen ni Tomás Jofré: el pueblo de menos de 100 habitantes con parrillas de campo para pasar el día

Portada

Descripción: Asado, pastas caseras y postres artesanales en un rincón que invita a desconectar y disfrutar a pleno.

Contenido: A menos de dos horas de la Ciudad de Buenos Aires, Diego Gaynor se transformó en el destino perfecto para una escapada durante el feriado XL. Este pequeño pueblo del partido de Exaltación de la Cruz, a solo 99 kilómetros por la Ruta 8, invita a dejar atrás el ruido y el apuro para sumergirse en la tranquilidad de la pampa bonaerense.

El viaje ya es parte de la experiencia: el asfalto poceado, la señal de celular que va y viene, el sol que se pierde en el mar de pasto y las noches oscuras llenas de estrellas. En Diego Gaynor, el tiempo parece detenerse y la desconexión es total.

En la entrada, un cartel descolorido da la bienvenida y la plaza central reúne a los pocos vecinos y a los visitantes que llegan en moto o bicicleta. El histórico Almacén El Descanso, fundado en 1922 por inmigrantes italianos, es parada obligada para recargar energías con una cerveza fría o un sándwich de fiambre hecho en el momento. Betty, la dueña, mantiene viva la tradición familiar y el espíritu de pueblo.

La vieja estación de tren, hoy convertida en museo, recuerda los tiempos en que el ferrocarril era el corazón del lugar. Ahora, las vías son territorio de ciclistas y caminantes que buscan aire puro y paisajes rurales.

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La gran atracción de Diego Gaynor está en su propuesta gastronómica. Un Galpón en Los Leones y La Materina se convirtieron en polos de turismo gourmet que atraen a familias, grupos de amigos y foodies de toda la provincia.

En el jardín de una casa familiar reciben a los comensales con un menú de pasos abundante y casero. El aroma del costillar al asador, las empanadas fritas de carne cortada a cuchillo y el matambre de cerdo al limón abren el apetito apenas uno cruza la tranquera.

La propuesta se completa con papas fritas, ensaladas frescas y una selección de diez postres diferentes que son un viaje de ida para los golosos. Desde mayo, sumaron una variedad de pastas caseras que ya tienen fanáticos propios. Eso sí: solo abren sábados, domingos y feriados, y si llueve, no insista. Acá, la naturaleza manda.

A pocos metros, La Materina es la opción ideal para quienes buscan una experiencia relajada, con sobremesa larga y aire libre. En una casa con jardín y galerías ofrecen una carta que combina pastas caseras (ravioles de queso azul, salmón y ricotta, panceta ahumada y ciruela, entre otros rellenos originales) con una parrilla generosa: vacío, ojo de bife, lomo, entraña y bondiola de cerdo, todo al carbón y leña.

El cierre perfecto llega con postres livianos como mousse de chocolate, panqueques y flan. El menú invita a quedarse, a dejar el celular de lado y a disfrutar del entorno, aunque el cielo se ponga oscuro y la luz se corte por la tormenta. Acá, la paciencia y la calma son parte del plan.

Diego Gaynor nació como paraje ferroviario gracias a la donación de tierras de Elena Gaynor de Duggan y creció alrededor de la estación, la escuela, la capilla y el almacén. Aunque el tren dejó de pasar en los 90, el pueblo se reinventó y hoy recibe a ciclistas, caminantes y turistas que buscan una pausa en el ritmo frenético de la ciudad.

La vida de campo se mezcla con nuevas casas y familias que eligieron quedarse después de la pandemia. Los fines de semana, el movimiento es constante: desde las 8:30 hasta las 15, los caminos rurales se llenan de bicicletas y el almacén de Betty se convierte en punto de encuentro.

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