Fecha de publicación: 14 de Octubre de 2025 a las 12:07:00 hs
Medio: INFOBAE
Categoría: GENERAL
Descripción: El testimonio de la agente retirada en una entrevista para “This Past Weekend” reveló cómo la evolución del delito y la política criminal transformaron el trabajo policial y la percepción de seguridad en las grandes ciudades estadounidenses
Contenido: Durante más de 30 años, Kara Connolly patrulló y resolvió crímenes en las calles de Boston, enfrentando situaciones que superan cualquier ficción televisiva. Su testimonio, recogido en el pódcast This Past Weekend —presentado por Theo Von—, ofrece una visión directa de los casos más insólitos de su carrera y de la transformación de la delincuencia, así como de los desafíos y dilemas que afrontan los agentes de policía en la actualidad.
Con décadas de experiencia, la ex detective presenció situaciones que superan cualquier fantasía. Uno de los casos más perturbadores implicó a un hombre con enfermedades mentales que se automutiló y arrojó su órgano genital a la acera en una mañana helada de Boston.
Lo que al inicio parecía una llamada falsa se tornó real al descubrir un rastro de sangre hasta una vivienda, donde los agentes lo hallaron aún con vida, rodeado de sangre. El órgano, congelado por las bajas temperaturas, fue recogido por los servicios de emergencia, que trataron de reimplantarlo sin éxito. Connolly reconoció que escenas como esa dejan una huella incluso en los veteranos.
Otra experiencia que marcó su trayectoria fue el rescate de un bebé recién nacido, hallado en un basurero gracias al aviso de una transeúnte. La investigación determinó que la madre, sin antecedentes mentales, ocultó el embarazo y dejó al pequeño entre la basura. Tras un largo proceso judicial, la madre evitó la prisión, lo que Connolly considera insatisfactorio dada la gravedad de los hechos.
La ex agente destacó que la criminalidad en Boston cambió de manera profunda desde los años 90. “En los años 90, Boston tenía más de 150 homicidios al año; ahora son unos 35”, explicó en el pódcast. Atribuyó esta reducción al envejecimiento y encarcelamiento de miembros de pandillas, así como a cambios sociales.
Sin embargo, también alertó sobre la diferencia entre la percepción de seguridad y la realidad en los barrios desfavorecidos, donde la violencia persiste.
En sus primeros años, participó en “walking beats”, patrullas a pie diseñadas para acercar a los agentes a los vecinos, pero precisa que estas iniciativas se aplicaban sobre todo en zonas conflictivas, donde la desconfianza y la falta de colaboración dificultaban resultados.
Actualmente, la imagen policial está fuertemente influida por redes sociales y la cobertura mediática. Iniciativas como los “cops que bailan”, según la entrevistada, apenas afectan los problemas estructurales de la seguridad.
En la charla, describió la labor policial como exigente y a menudo ingrata. Señaló que las series de televisión han alterado la percepción pública. “La televisión ha arruinado la percepción de la justicia: los jurados esperan pruebas forenses en todos los casos”, planteó.
De acuerdo con su explicación, la realidad es que la mayoría de los delitos se resuelve gracias a testimonios y pruebas circunstanciales, ya que no siempre hay ADN o huellas disponibles.
La carga de trabajo y la imprevisibilidad de los turnos afectan gravemente la vida personal. Los detectives deben estar disponibles, lo que implica frecuentes sacrificios familiares. Por esta razón, Connolly buscó destinos de mayor estabilidad, como la Unidad de Trata de Personas, para conciliar mejor su vida personal.
Durante su periodo en la Unidad de Trata de Personas, descubrió la verdadera dinámica del delito; la mayoría de los casos involucran manipulación psicológica y control económico, no secuestros violentos.
“En la trata de personas, casi ninguna de las mujeres se queda con el dinero; los proxenetas controlan todo”, afirmó. Según su experiencia, los proxenetas, en su mayoría hombres afroamericanos, reclutaban jóvenes vulnerables engañándolas con afecto falso para después explotarlas sexualmente.
Connolly participó en “John stings”, operativos encubiertos destinados a detener a compradores de sexo, revelando que los clientes provenían de todos los estratos sociales y mostrando la falta de conciencia sobre la explotación padecida por las víctimas. Muchas de ellas difícilmente logran escaparse de sus explotadores, y frecuentemente las investigaciones no prosperan por la negativa a testificar.
Uno de los mayores logros de Connolly fue liderar, junto a Homeland Security, la desarticulación de una red de trata con operaciones interestatales, iniciada por la denuncia de una menor. Lograron identificar a numerosas víctimas y condenar al principal responsable a más de 30 años de prisión. Por ello, fue reconocida como “Detective del Año”.
La ex detective es crítica con los recientes cambios en la política criminal en Boston, donde algunos fiscales dejaron de perseguir delitos menores, como hurtos y vandalismo. Ante esto, denunció: “Muchos delitos menores ya no se persiguen, pero las víctimas siguen existiendo”.
Desde su perspectiva, esta actitud deterioró la seguridad, obliga a los comercios a blindarse y causa frustración en los agentes, cuyos esfuerzos resultan en vano al enfrentar la inacción judicial.
La salud mental es uno de los temas clave en el relato de la policía retirada. La exposición permanente a traumas, presión social y falta de apoyo político provocan estrés y desgaste en los agentes. Mencionó que el “humor negro” ayuda a sobrellevar la crudeza del día a día, aunque no todos logran desconectarse tras la jornada laboral. Algunos recurren al alcohol, otros sufren trastornos emocionales.
La conciliación familiar resulta compleja. Como madre y divorciada, describió las dificultades para compatibilizar los turnos imprevisibles con la vida doméstica. Advirtió que los agentes actuales parecen más orientados a la familia, aunque la escasez de vocaciones y el desgaste profesional persisten.
Al retirarse, Kara Connolly se mudó a Carolina del Sur para buscar tranquilidad y dedicarse a la pintura. Pese a los desafíos y sinsabores, valora el compañerismo y la sensación de pertenencia que encontró en la policía, resaltando los momentos de camaradería y el apoyo mutuo en el distrito.
En su reflexión final en This Past Weekend, resumió el sentir de muchos agentes veteranos: tras años enfrentando casos difíciles y viendo pocos finales felices, lo que más se extraña es la complicidad y el respaldo de los compañeros, un lazo que dota de sentido a la vocación policial.
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