Fecha de publicación: 12 de Octubre de 2025 a las 06:11:00 hs
Medio: TN
Categoría: GENERAL
Descripción: En el entorno laboral, muchas frases se usan para esquivar lo que realmente queremos decir. La comunicación directa, clara y respetuosa es mejor para todos, incluso cuando hay que marcar límites.
Contenido: “No estoy seguro de que hayas visto mi mensaje”. “Solo vuelvo al tema”. “Según mi último mail…”. ¿Te resultan familiares estas frases? Son aparentemente corteses, pero esconden algo más: una forma pasivo-agresiva de comunicarse, que suele generar tensión en el ambiente laboral.
Según la terapeuta Hallie Kritsas, licenciada en salud mental y especializada en entornos de trabajo, este tipo de expresiones es la forma más común de evitar conflictos, pero no por eso son menos problemáticas.
“Cuando no estás dispuesto a abordar un posible conflicto directamente, puede generarse confusión. ¿Cómo puede alguien saber que necesitás ayuda con tu carga de trabajo si no lo decís?”, señala.
Lo mismo opina Nick Leighton, experto en etiqueta y conductor del podcast Were You Raised by Wolves? (¿Fuiste educado por Lobos?): “En el mundo de la etiqueta, ser pasivo-agresivo puede parecer educado a primera vista, pero sigue siendo de mala educación.”
Tanto Leighton como Kritsas identifican cuatro frases comunes que suenan educadas, pero en realidad cargan una crítica encubierta o una incomodidad que no se expresa directamente. A continuación, cuáles son y qué conviene decir en su lugar:
1. “Según mi último correo…” Parece formal, pero puede sonar a reproche: “Ya te lo dije, ¿por qué no me prestaste atención?”. En lugar de eso, se sugiere usar:
2. “No estoy seguro de que hayas visto mi mensaje anterior”. La intención puede ser de seguimiento, pero se percibe como crítica. La persona puede sentirse regañada. Una forma más clara sería:
3. “Solo estoy volviendo al tema”. Aunque suena casual, puede leerse como presión. Mejor optar por:
4. “Por favor, avísame”. Esta frase —que suele cerrar mails laborales— puede tener un tono cortante si no está bien enmarcada. En vez de eso, se puede decir:
Según los expertos, uno de los motivos por los que muchas personas optan por estas fórmulas es el temor al conflicto. Pero ese miedo suele ser contraproducente: la comunicación ambigua genera confusión, malentendidos e incluso resentimientos.
Kritsas propone una herramienta concreta: el “sándwich de cumplidos”. Consiste en abrir con una frase positiva, introducir el pedido o reclamo, y cerrar con una muestra de aprecio.
Ejemplo: “Estás haciendo un gran trabajo con ese informe. ¿Podrías revisar el borrador que te envié ayer? Gracias por todo el esfuerzo de esta semana, sé que estás con mucho encima”.
Este tipo de abordajes reduce la tensión y fortalecn los vínculos. Porque al final del día, el trabajo no es solo tareas: es un espacio de convivencia, donde la cortesía no debería disfrazar el enojo, sino facilitar el diálogo.
“La comunicación clara y directa es siempre más efectiva y más respetuosa”, concluye Leighton.
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