Fecha de publicación: 4 de Octubre de 2025 a las 18:17:00 hs
Medio: INFOBAE
Categoría: GENERAL
Descripción: Reconocer a tiempo las alertas físicas y emocionales permite actuar frente al desgaste laboral. Qué factores lo impulsan y cuáles son las mejores estrategias para proteger la salud mental de acá a diciembre
Contenido: El último trimestre del año suele multiplicar las exigencias laborales y personales, con cierres de proyectos, compromisos familiares, eventos escolares y sociales.
Y en ese contexto, cada vez más especialistas de la salud mental observan un crecimiento de los casos de burnout, un síndrome definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como consecuencia del estrés crónico laboral no gestionado.
Según datos del Hospital de Clínicas de Buenos Aires, luego de la pandemia se registró un incremento importante en los reportes de desgaste profesional, que afecta tanto a la salud física como mental de los trabajadores.
El burnout constituye un fenómeno ocupacional asociado a situaciones donde confluyen alta demanda emocional, urgencia y responsabilidad constante sobre otros. “No se trata de una falla personal, sino de la respuesta de un organismo exigido durante mucho tiempo. El primer paso es pedir ayuda, y el segundo, comenzar con acciones pequeñas y sostenidas. El cambio es posible”, explicó a Infobae el médico clínico del Hospital de Clínicas Diego Sánchez Gelós (MN 117.604).
La doctora en Psicología, especialista en clínica, docencia e Investigación en Psicoterapia orientada en Mindfulness Mariam Holmes (MP 20.463) ahondó: “El burnout se caracteriza por un estado de agotamiento físico, emocional y mental resultante del estrés prolongado. El incremento de este síndrome en la actualidad está muy asociado a factores contextuales, como la sobrecarga laboral y la presión social propia del cierre de año”.
Los especialistas coinciden en que luego de la pandemia las condiciones laborales intensificaron la percepción de sobrecarga, en especial en sectores de salud, educación y servicios. “El estrés en sí mismo no siempre es perjudicial, pero se vuelve problemático cuando no hay pausas ni espacios de recuperación. Ese estado de alerta constante desgasta el cuerpo y la mente”, puntualizó el doctor en Psicología y docente Flavio Calvo (MN 66.869).
Según él, en estos meses que quedan hasta diciembre, al habitual cansancio “se suman cierre de proyectos, balances, objetivos no cumplidos y exigencias sociales; pareciera que todos tiene que verse antes de que termine el año”. “La carga de estrés se suele multiplicar, y si no se regula, puede ser el detonante para llegar a un colapso”, aseguró.
Detectar el burnout de manera temprana resulta clave. Los especialistas consultados identificaron un conjunto de síntomas físicos, emocionales, conductuales y cognitivos que pueden dar señales de alerta.
Los especialistas coinciden en que el burnout sostenido no es un problema pasajero. Sánchez Gelós alertó sobre “riesgo aumentado de hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, disminución de la inmunidad y una mayor vulnerabilidad a patologías crónicas”. A nivel mental, señaló “la aparición de ansiedad y depresión, insomnio persistente y deterioro cognitivo, como dificultades de memoria y concentración”.
Holmes puntualizó: “El burnout conlleva riesgos significativos para la salud integral, con potenciales consecuencias a largo plazo en la esfera física, psicológica y relacional, así como alteraciones neurobiológicas asociadas al estrés crónico, como la elevación sostenida del cortisol”.
Según los resultados del proyecto UBACyT del Hospital de Clínicas, “el 12% del personal de salud evaluado cumplió criterios clínicos de burnout y el 40% evidenció niveles alterados de cortisol en cabello, biomarcador de estrés crónico”, explicaron.
El estrés crónico emerge como el principal factor de riesgo. “El burnout es consecuencia de demandas sostenidas que superan los recursos personales disponibles”, sostuvo Sánchez Gelós.
Holmes detalló que la activación continua del “eje hipotálamo-hipófiso-adrenal, con hiperproducción de cortisol, genera una retroalimentación negativa que perpetúa el ciclo del burnout”. Además, variables estacionales, como el calor extremo y la mayor carga ambiental, pueden amplificar la vulnerabilidad, junto a la falta de apoyo social o la dificultad para establecer límites.
En este punto, Calvo subrayó que “el estrés puede ayudarnos a activarnos, pero si se cronifica sin pausas, el agotamiento se instala y aparece el burnout”.
El abordaje para cuidar la salud física y mental frente al estrés sostenido requiere intervenciones individuales, organizacionales y comunitarias. Los especialistas compartieron a Infobae un conjunto de recomendaciones prácticas basadas en evidencia:
“El burnout no es una falla individual, sino la consecuencia de la interacción entre altas demandas y recursos insuficientes”, afirmó Sánchez Gelós. La consulta temprana permite revertir el proceso y proteger la salud a largo plazo. “Reconocer el problema y pedir ayuda profesional constituye el primer paso, ya sea desde la psicología, la medicina clínica o a través del acompañamiento en redes comunitarias”, resumió Holmes.
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