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Fecha de publicación: 23 de Septiembre de 2025 a las 14:56:00 hs

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Medio: INFOBAE

Categoría: ESPECTACULOS

La reflexión de Lourdes Sánchez sobre su vida y el carnaval: “Podrán juzgarme, pero nadie me quita lo bailado”

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Descripción: La bailarina celebró el Día del comparsero en Corrientes con imágenes inéditas de su infancia y juventud homenajeando a sus maestros

Contenido: El 23 de septiembre, la ciudad de Corrientes se detiene y recuerda: es el Día del comparsero, la jornada en que miles celebran la pasión, el esfuerzo y la historia que atraviesan el carnaval más importante del noreste argentino. En esa fecha, una figura brilla entre los recuerdos y los homenajes: Lourdes Sánchez, la bailarina que conquistó escenarios nacionales, pero que nunca dejó de ser la niña festiva que bailaba entre plumas y lentejuelas bajo las luces del corso.

Este año, como ya es tradición, compartió con sus seguidores una serie de imágenes en sus redes sociales. En ellas, repasó su recorrido, desde la inocencia de sus primeros pasos hasta los años dorados en los que la música y el ritmo se volvieron inseparables de su biografía. “Feliz día del comparsero, desde mis 8 años. El Carnaval de Corrientes es una de mis grandes pasiones (acá representando a Dorothy del Mago de Oz en Copacabana)”, escribió en la imagen inaugural. Allí, vestida de azul, pequeña pero decidida, representa al célebre personaje Dorothy, y ya entonces hacía propio el ritual del disfraz y el movimiento colectivo. Aquella fotografía, tomada en la comparsa Copacabana, sintetiza un origen cargado de ilusión y disciplina.

Lourdes nació y creció en Corrientes. Inició su carrera de la mano del coreógrafo Dionisio Soler, a quien reconoce entre sus maestros fundacionales. Las primeras lecciones las tomó en el Teatro Vera, junto a figuras como Ana Miranda, Malena Bernich y Raúl Cerdán Aguirre. A esa formación académica se sumó, de inmediato, el aprendizaje en las calles y en los desfiles, donde la exigencia y el goce iban juntos. A los ocho años ya integraba Copacabana, y pronto se sumó a Sapucay y después a Ará Berá, ese nombre que para ella significó y significa “su gran amor”.

El recorrido continuó: la segunda imagen compartida es una cumbre de agilidad y camaradería. Se la ve en pleno salto, sostenida por otros bailarines, en lo que ella describe como sus “inolvidables años en Samba Total, la aplanadora”. Esa época fue puro vértigo, desafíos físicos, noches de ensayo, papel picado y música. En esa foto no se adivina cansancio: solo orgullo, energía y juventud.

La tercera parada de este viaje visual la transporta a sus días en Sapucay, otra de las comparsas que marcan el pulso del carnaval correntino. Allí, Lourdes se muestra con corona y cetro, envuelta en plumas y destellos dorados. Sobre la imagen resalta el recuerdo: “Mis años en Sapucay disfruté tanto bailar en sus shows con Dionisio”. La complicidad con su maestro, el goce por cada show compartido, la sensación de pertenencia a una gran familia.

Pero el corazón, como ella misma confiesa, terminó por quedarse en Ará Berá. En la última imagen, se muestra convertida en reina, con un elaborado traje dorado y alas blancas. Y escribe, sin titubeos: “Y mi corazón se quedó en Ara Berá. Podrán juzgarme, pero nadie me quita lo bailado, me di el lujo de bailar 4 marchas icónicas de nuestro Carnaval”. Su paso por Copacabana, Sapucay y Ará Berá no fue solo un tránsito entre nombres: fue la suma de experiencias, amores y desafíos superados.

La vida de Lourdes tomó después nuevos rumbos y encontró una oportunidad única en Buenos Aires, cuando a los veintidós años fue seleccionada en un casting para el programa Bailando por un Sueño. Compartió pista con Jorge Ibáñez y a partir de ese momento, la bailarina no paró de crecer. Alcanzó fama nacional, recorrió escenarios y pantallas, pero jamás olvidó el lugar de donde proviene.

En cada imagen compartida en el Día del comparsero, Lourdes rindió homenaje a sus raíces. A la ciudad de Corrientes, a las comparsas que la vieron nacer, a sus maestros y compañeros. En su gesto vive la gratitud: la de quien nunca reniega de su origen ni de la niña que fue, porque sabe que en ese pasado está la fuerza de todo lo que vino después.

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