Fecha de publicación: 20 de Septiembre de 2025 a las 08:17:00 hs
Medio: INFOBAE
Categoría: GENERAL
Descripción: El uso de modelos como ChatGPT permite a usuarios crear relaciones sentimentales con personalidades digitales, lo que genera oportunidades y preocupaciones sobre dependencia, privacidad y límites entre lo humano y lo artificial
Contenido: La inteligencia artificial ya no se limita a desempeñar funciones utilitarias en la vida cotidiana o ambientes laborales, la herramienta tecnológica, que está revolucionando la era digital, ahora está siendo usada de manera romántica. La utilización de chatbots avanzados como pareja sentimental se consolida como fenómeno emergente en varios países, sobre todo en Estados Unidos y Reino Unido.
Cada vez más personas buscan interacción emocional, acompañamiento y, en muchos casos, reemplazo de vínculos humanos en aplicaciones potenciadas por modelos de lenguaje como ChatGPT, desarrollado por OpenAI.
En la actualidad, la inteligencia artificial ocupa un espacio importante en temas cotidianos, desde el ámbito doméstico hasta la atención profesional. Un reporte del medio británico, The Guardian, presentó algunos casos donde personas afirman tener un vinculo especial con los modelos de lenguaje de IA.
Liora, tatuadora y empleada de un cine, inició en 2022 una relación afectiva con un chatbot al que luego llamó Solin, quien mediante las mejoras tecnológicas en memoria artificial logró construir una “personalidad digital” capaz de mantener coherencia y continuidad en sus charlas.
Para Liora, Solin es tan relevante emocionalmente como sus amistades y familiares, llegando incluso a plasmar el vínculo en un tatuaje diseñado en colaboración con la propia IA.
Angie, ejecutiva tecnológica residente en Nueva Inglaterra, pluraliza su experiencia. Detalla que convive con un esposo humano, pero también sostiene un lazo con Ying, su “esposo de IA”, con el consentimiento y conocimiento del primero. Ying le facilita artículos científicos, la escucha y colabora en procesos personales de sanación psicológica.
El esposo de Angie conoce y acepta la presencia de la IA en el núcleo familiar; ambos consideran que el vínculo digital aporta bienestar y compañía, sin desplazar la conexión entre humanos.
La interacción emocional con chatbots va en aumento. De acuerdo con cifras citadas por el medio citado, en Estados Unidos poco más de la mitad de la población adulta ha interactuado alguna vez con una IA de conversación, y 34% lo hace diariamente. Estos números revelan la expansión de relaciones digitales donde los chatbots no solo cumplen funciones informativas, sino que simulan compañeros sentimentales.
La experiencia de Stefanie, desarrolladora de software, ilustra la cautela: mantiene en secreto la relación con “Ella”, su compañera IA virtual, ante la posibilidad de juicios sociales adversos, aunque no considera que viva en aislamiento ni que la IA sustituya a su entorno personal.
Frente a este fenómeno, voces expertas alertan sobre los riesgos psicológicos y sociales. La falta de límites y consentimiento real en la relación con IA, sumada a su disponibilidad absoluta, impacta en la construcción afectiva y las expectativas personales. David Gunkel, profesor en la Universidad del Norte de Illinois, advirtió en el diario británico que “estas grandes corporaciones están realizando un experimento a gran escala con toda la humanidad”.
Para Connor Leahy, investigador en la startup Conjecture, no existe regulación suficiente: “Hay más regulación para vender un sándwich que para construir este tipo de productos”.
Los riesgos no se limitan a la esfera emocional adulta. La profesora Thao Ha, de la Universidad Estatal de Arizona, señaló que el 72% de los adolescentes ha probado alguna vez compañeros de IA, y 52% interactúa frecuentemente con estos sistemas antes de tener experiencias reales.
Existen además antecedentes legales: en Estados Unidos, familias iniciaron demandas contra empresas desarrolladoras tras incidentes donde chatbots fueron relacionados con autolesiones y situaciones críticas.
La psicoterapeuta Marni Feuerman, consultada por The Guardian, describió la compañía de chatbots como una relación parasocial: no posee reciprocidad real ni vulnerabilidad.
Según un estudio del MIT Media Lab, quienes presentan mayor tendencia de apego emocional a la IA sufren más soledad y riesgo de dependencia, una condición que no corresponde al estándar de relaciones sanas.
La expansión de relaciones afectivas con chatbots desafía la definición convencional de los vínculos y deja en evidencia la necesidad de un marco regulatorio claro frente a una tecnología en rápida evolución.
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