Fecha de publicación: 20 de Agosto de 2025 a las 10:43:00 hs
Medio: INFOBAE
Categoría: ESPECTACULOS
Descripción: La escritora compartió un sentido mensaje destinado al actor, reflexionando sobre un vínculo que se acerca a dos décadas
Contenido: Marina Borensztein miró hacia atrás y vio un camino de 19 años junto a Oscar Martínez, el actor que transformó su vida y sus rutinas. La escritora eligió la trinchera de lo cotidiano para celebrar el aniversario: no una cena de lujo ni la fiesta de los flashes, sino una carta. Un texto confesional publicado en su cuenta de Instagram, justo ahí donde la intimidad se mezcla con el rumor público.
“Hoy hace 19 años que empezó nuestra historia de amor en este plano”, dice al comienzo de un escrito que comparte con fotos y videos de este tiempo compartido. La frase abre la confidencia y destila ese asombro que persiste entre quienes llevan años caminando a la par. Pero Borensztein, lejos de la autocelebración, deja caer la duda como quien quiere atestiguar que sea cierto: “Muchas veces me pregunto qué vínculo habremos tenido Oscar y yo en otras vidas”. No es solo una metáfora; parece más la búsqueda del misterio de los encuentros inevitables.
El relato avanza hacia su raíz. Aquella primera vez, ese momento en que Marina y Oscar se acercaron y todo encajó. “Cuando nos encontramos nos abrazamos y yo sentí claramente que estaba nuevamente ‘en casa’”, escribe, y en el eco de esas palabras late la nostalgia de un refugio recuperado, la familiaridad anterior a los nombres.
“También a pesar de ese sentimiento tan fuerte que no se me olvida, hay veces que siento que el desafío de amar incondicionalmente es muy difícil”, continúa la escritora, con el peso implacable del realismo. Ni el amor ni la historia están a salvo de los embates de la vida. Llegan los días grises, llega el hastío de las rutinas, las diferencias de personalidad: “Como todas las parejas que se aman de verdad, hay momentos en los que nos distanciamos con la mente por diferencias de la personalidad, por el cansancio de las rutinas y la vida misma, pero siempre en nuestro caso gana el corazón, el amor”.
La carta profundiza en la dinámica cotidiana que sostienen. “Ya hemos hecho muchísimas cosas juntos y la aventura de seguir creando es más fuerte que ninguna diferencia”, confiesa. El “hacer juntos” se impone como un hilo que cose las heridas del tiempo; la creación compartida, una promesa que sana lo pequeño y lo grande.
A continuación, Borensztein enumera los roles que asume su pareja en su vida: “Oscar es mi compañero, mi amigo, mi maestro, mi familia, mi amante, mi amor”. Cada palabra, una capa diferente en la relación de dos artistas que eligieron la construcción cotidiana sobre las expectativas brillantes del afuera. Y desde ese memento, enfrentarse a lo que la vida le tenga planteado.
“No es fácil la vida de a dos, pero cuando el amor es inmenso, honesto, verdadero y viene de otro plano, creo que las cosas que no nos gustan se ‘aguantan’ porque se aprende de ellas y se las trasciende”, reflexiona. El aprendizaje, la tolerancia, la resiliencia, todos son ingredientes del pacto tácito que renuevan, en silencio, lejos de la novela y cerca del mundo terrenal.
El texto cierra con una declaración simple y feroz: “Yo te elijo cada día, te respeto, te valoro, te admiro y también te ‘aguanto’”. La autora no rehúye la palabra incómoda, esa que tantas parejas esconden bajo la alfombra. Elige “aguantar” como sinónimo de resistencia y de amor profundo, porque, como sostiene, “Todo en una pareja que se elige es una gran lección de amor”.
No hay adorno ni grandilocuencia en el final. “Feliz aniversario mi amor. Te amo”. Tan simple como eso, con la certeza de un camino compartido, la elección constante frente a todas las rarezas y los extenuantes días comunes que configuran el milagro del amor.
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