Fecha de publicación: 14 de Agosto de 2025 a las 15:33:00 hs
Medio: INFOBAE
Categoría: ESPECTACULOS
Descripción: La animadora evocó recuerdos, aprendizajes y valores que forjaron su carrera y marcaron a generaciones
Contenido: El centenario del nacimiento de Carlitos Balá representó un momento especial para la memoria colectiva de la cultura popular argentina. En ese contexto, la animadora Panam tomó la palabra para homenajear a quien considera su maestro y referente indiscutido. En la celebración por los 100 años que Balá hubiera cumplido el 13 de agosto, evocó recuerdos y aprendizajes que marcaron profundamente su recorrido profesional y personal, en un mensaje impregnado de ternura y gratitud.
La figura de Balá, emblema del humor infantil para la Argentina, continúa viva en quienes compartieron escenario y sueños junto a él. Panam, cuya carrera se consolidó dentro del universo del entretenimiento para chicos, encontró en Balá no solo a un modelo a imitar, sino a un compañero entrañable en el desafío de hacer reír y emocionar a los más pequeños.
La relación entre ambos cruzó los límites del trabajo y se transformó en una auténtica amistad. A lo largo de los años, compartieron escenarios y proyectos, construyendo una complicidad basada en la confianza y el respeto mutuo. Esta conexión trascendió las cámaras y los aplausos del público, según dejan entrever las palabras de Panam: “Porque nuestro querido Maestro Carlitos Balá cumpliría 100 años, y aunque ya no esté físicamente, su sonrisa sigue iluminando nuestras vidas”.
En los distintos encuentros a lo largo de su carrera, Panam reconoció a Balá como un guía en las formas y contenidos del espectáculo humorístico dirigido a la infancia. La convivencia artística forjó entre ambos una sintonía única, en la que el legado del maestro se convirtió en fuente de inspiración constante. Al respecto, expresó: “Lo recuerdo con el mismo brillo en los ojos que él nos regalaba, con la certeza de que su magia vive en cada niño que juega, en cada risa sincera y en cada corazón que aprendió con él a ver la vida con dulzura y amor”.
En este sentido, el compañerismo de Balá trascendió la escena pública y se reflejó en los gestos cotidianos entre ambos artistas. “Mi corazón se llena de ternura y gratitud”, sintetizó, para resaltar el valor de los lazos construidos en el escenario y fuera de él.
En el mensaje compartido, Panam formula una reflexión sobre los valores fundamentales que Balá imprimió en su arte y su vida: el humor y la inocencia como motores para construir mundos mejores. Para la animadora, su maestro logró encarnar ideales universales a través de gestos, palabras y rutinas inolvidables: “Carlitos nos enseñó que el humor puede abrazar, que la inocencia es un tesoro, y que un ‘¡qué gusto tiene la sal!’ podía despertar carcajadas y complicidad“.
En la visión de la animadora, el humor según Balá escapaba a los límites de la burla o la ironía, para instalarse en el terreno de la ternura y la empatía. La animadora consideraba que la risa producida por el legendario conductor no solo entretenía, sino que también creaba vínculos profundos entre generaciones. Y, ante ese legado, volvió a dejarlo en claro con sus palabras en las redes.
Por su parte, Panam adoptó esta herencia y la resignifica en su propia trayectoria, reconociendo que el arte de hacer reír desde el alma constituye un desafío y una responsabilidad. “Fue y será siempre un maestro de la alegría, un faro para quienes soñamos con hacer reír y emocionar desde el alma”. De este modo, define el humor comprometido con los valores positivos como un legado vigente y necesario en el espectáculo para la infancia.
Panam percibe su tarea como la continuación de una tradición artística basada en el respeto a la infancia y la celebración de la imaginación, cualidades que Balá supo custodiar durante décadas. Cada proyecto, cada espectáculo y cada encuentro con su público se convierten así en una extensión del arte y la humanidad del animador homenajeado. La experiencia de trabajar a su lado dejó una huella que guía las decisiones estéticas, éticas y emocionales de la animadora y de quienes, como ella, sueñan con transmitir alegría y valores.
En ese marco, no se trató de una fecha simbólica en el calendario, sino que revitaliza una forma de mirar el mundo a través de los ojos del humor y la bondad. Así, el mensaje de Panam abogó por la recuperación de esa mirada y la continuidad de una propuesta artística sensible a las necesidades de la niñez, a pesar de que su maestro no siga en el plano terrenal.
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