Fecha de publicación: 13 de Agosto de 2025 a las 09:45:00 hs
Medio: TN
Categoría: GENERAL
Descripción: Acompañar a los chicos hacia una vida digital consciente y saludable es clave cuando la pantalla está siempre encendida.
Contenido: En la actualidad, el vínculo entre chicos y tecnología está marcado por la inmediatez, el entretenimiento constante y la hiperconectividad. Sin embargo, para muchas familias surge una pregunta inevitable: ¿cuándo el uso de dispositivos deja de ser saludable y empieza a convertirse en un problema?
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La psicóloga especializada en infancias y escritora del libro “La infancia hace clic” Marina Gilabert (M.N. 40363), advierte que “el objetivo no es demonizar las pantallas, sino enseñar a usarlas de manera consciente y equilibrada”. En su experiencia clínica, el desafío está en reconocer las señales de alerta y acompañar a los chicos para que la tecnología sea una herramienta, y no una dependencia.
Gilabert subraya que “el primer indicador es la pérdida de interés por actividades fuera de la pantalla”. Si un chico deja de disfrutar juegos al aire libre, deportes o encuentros con amigos para quedarse frente al celular o la computadora, es momento de prestar atención.
Otros signos que menciona incluyen cambios en el humor, irritabilidad al limitar el uso de dispositivos, alteraciones del sueño y descenso en el rendimiento escolar. “Cuando el tiempo frente a la pantalla impacta en el descanso, en la alimentación o en el vínculo familiar, hay que actuar”, afirma.
En sus palabras, no se trata solo de la cantidad de horas, sino de la calidad del uso: “Un chico que pasa dos horas investigando para un proyecto escolar no es lo mismo que uno que pasa el mismo tiempo en redes sociales o videojuegos sin pausas”.
Para revertir hábitos poco saludables, la psicóloga propone un abordaje integral que involucre a toda la familia. “No sirve poner límites si los adultos no revisamos también nuestro propio consumo digital”, señala.
Entre sus recomendaciones, destaca:
Gilabert también insiste en la importancia de enseñarles a los chicos a detectar cuándo una actividad digital los está afectando negativamente. “Es clave que aprendan a registrar cómo se sienten después de usar un dispositivo: cansados, tensos o ansiosos, para que puedan decidir parar”.
La psicóloga remarca que la prevención no puede quedar solo en manos de las familias. “La escuela, los clubes y las organizaciones comunitarias pueden colaborar mucho, integrando actividades que fomenten la interacción cara a cara y la creatividad fuera de las pantallas”.
A su vez, considera que la educación digital debe formar parte de la currícula escolar: “Así como se enseña educación vial o ambiental, hay que enseñar a usar la tecnología con responsabilidad y cuidado de la salud mental”.
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Para Gilabert, el mensaje final es claro: “Las pantallas llegaron para quedarse, pero depende de nosotros que sean aliadas y no enemigas. El cambio empieza en casa, con hábitos saludables y adultos que puedan dar el ejemplo”.
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