Fecha de publicación: 12 de Agosto de 2025 a las 07:46:00 hs
Medio: INFOBAE
Categoría: GENERAL
Descripción: La operación terminó con graves daños para uno de los buques chinos. Expertos internacionales analizan la falta de coordinación y el impacto en la imagen militar del régimen de Beijing
Contenido: El reciente incidente en el mar de la China Meridional ha puesto de manifiesto el riesgo latente de que una sola maniobra imprudente pueda desencadenar una confrontación militar de gran escala entre potencias. Como señaló el profesor Alessio Patalano, especialista en estrategia de Asia Oriental en el King’s College London, la colisión entre dos embarcaciones chinas “refuerza la idea de que tanto las distancias de seguridad como el comportamiento fueron tan agresivos que no pudieron evitar el choque”. Esta observación, recogida por CNN, ilustra la tensión inherente a la región, donde la hostilidad y la falta de profesionalismo pueden tener consecuencias imprevisibles.
El episodio, ocurrido el lunes cerca del banco de Scarborough, involucró a un destructor de misiles guiados de la Armada del Ejército Popular de Liberación y a un buque de la Guardia Costera de China. Ambos perseguían al patrullero filipino BRP Suluan, que se encontraba distribuyendo ayuda a pescadores filipinos en aguas disputadas, a unos 225 kilómetros al oeste de la isla filipina de Luzón.
Según el comodoro Jay Tarriela de la Guardia Costera de Filipinas, la nave china realizaba una persecución a alta velocidad cuando se produjo la colisión, que dejó a la embarcación de la Guardia Costera china con la proa gravemente dañada y “en condiciones no aptas para navegar”.
Las imágenes difundidas por la Guardia Costera de Filipinas muestran el momento exacto en que el destructor Guilin (número de casco 164, clase Tipo 052D, de 7.500 toneladas) impacta contra el buque 3104 de la Guardia Costera china, mientras ambos intentaban interceptar al mucho más pequeño patrullero filipino. En el video se observa a al menos tres tripulantes chinos en la proa del CCG 3104 en el instante del choque, aunque no se ha informado de víctimas.
La reacción oficial del régimen comunista ha sido reconocer un enfrentamiento con embarcaciones filipinas, pero sin confirmar la colisión entre sus propios buques, algo que resultó evidente a partir de las imágenes.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Lin Jian, declaró que el envío de barcos filipinos al banco de Scarborough “infringe gravemente la soberanía y los derechos de China, amenaza de forma significativa la paz y la estabilidad marítima, y reviste una gravedad considerable”.
Aunque el banco de Scarborough se encuentra dentro de la zona económica exclusiva de Filipinas, China mantiene un control efectivo sobre la zona desde 2012, con una presencia casi permanente de su guardia costera, según el Asia Maritime Transparency Initiative.
El incidente ha sido interpretado por analistas como un golpe a la imagen de las fuerzas armadas chinas, que podría haber tenido consecuencias mucho más graves. La situación se agrava por el hecho de que Filipinas es aliado de Estados Unidos en virtud de un tratado de defensa mutua.
El presidente filipino Ferdinand Marcos Jr. ha advertido que la muerte de un marinero filipino en un incidente de este tipo podría considerarse un “acto de guerra”.
El experto en el mar de la China Meridional Ray Powell, director de SeaLight en el Gordian Knot Center for National Security Innovation de la Universidad de Stanford, subrayó que el destructor chino “podría haber embestido al mucho más pequeño barco de la Guardia Costera filipina. Esto casi con certeza habría provocado heridos o muertos, e incluso el hundimiento de la nave filipina”.
Powell también destacó que, frente al despliegue chino, solo cuatro embarcaciones filipinas participaron: dos de la Guardia Costera, una del Buró de Pesca y un transportador comercial de pescado.
El análisis de Carl Schuster, ex capitán de la Marina de Estados Unidos, tras revisar el video, apunta a que los buques chinos intentaban “encerrar al patrullero filipino entre ellos, forzándolo a recibir el chorro de agua a corta distancia, dirigido a las tomas de aire de sus motores, y que uno de los barcos chinos debía golpearlo, dañar su popa o inutilizarlo”.
Schuster remarcó que esta maniobra exige “mucha práctica y coordinación”, y que los chinos intentaron una táctica “nueva, audaz y compleja” contra una tripulación filipina bien preparada, sin contar con la experiencia ni la coordinación necesarias, lo que les costó caro.
Patalano calificó la maniobra china como “altamente poco profesional y peligrosa desde la intención hasta la ejecución”, y subrayó que “acabó castigando a uno de los agresores, que sufrió daños incapacitantes”.
Por su parte, Collin Koh, investigador del S. Rajaratnam School of International Studies en Singapur, consideró que la intervención del destructor de la Armada china fue un “exceso”, ya que estos buques están equipados con decenas de misiles capaces de derribar aviones, hundir barcos enemigos o atacar objetivos terrestres a cientos de kilómetros, y están diseñados para desempeñar un papel clave en los grupos de portaaviones chinos, según una evaluación militar estadounidense.
Koh afirmó que “es un exceso utilizar un buque tan avanzado para una tarea que, en esencia, corresponde a la aplicación de la ley marítima”.
El incidente refleja una tendencia que preocupa desde hace años a los expertos en la región: la posibilidad de que un error de cálculo de un capitán o piloto provoque una escalada militar entre potencias. Patalano recalcó que “ambos activos chinos mostraron una intención hostil hasta el punto de que, al fallar su objetivo, acabaron colisionando”.
Powell, de SeaLight, atribuyó este tipo de comportamientos a una cultura institucional alentada por el régimen de Beijing, recordando incidentes previos como el de 2001, cuando un piloto chino fallecido en una colisión con un avión de reconocimiento estadounidense fue celebrado como héroe nacional.
Según Powell, “la estructura de incentivos para los oficiales militares parece inclinarse hacia la agresión”, y se preguntó si este caso no sería el resultado de un capitán de la Armada china “excesivamente entusiasta que llevó al límite sus reglas de enfrentamiento”.
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