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Fecha de publicación: 7 de Agosto de 2025 a las 21:06:00 hs

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Medio: TN

Categoría: GENERAL

Una máquina de coser, el frío extremo y muchas manos: la cadena solidaria que cruzó la estepa patagónica para ayudar a Yolanda

Portada

Descripción: En un rincón aislado del norte chubutense una mujer lleva años haciendo abrigos a mano para su comunidad. Su realidad, que permanecía en el anonimato, activó una red de apoyo conmovedora. Esta es su historia, que se podrá seguir en vivo por la señal de TN. Al igual que aquellas que vendrán a partir

Contenido: Yolanda reside a las puertas de Gualjaina, un pequeño pueblo en la inmensidad de la estepa del norte de Chubut. En este paisaje llano, árido e interminable, la solidaridad no es una elección, sino una forma de vida. Sin Estado ni mercado, la gente depende por completo unos de otros.

Yolanda, también es consciente de esta profunda interdependencia, pero va un paso más allá: ella siente la necesidad imperiosa de actuar, de transformar la realidad de su comunidad, de combatir la injusticia.

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Durante años, mantuvo un comedor comunitario que se abastecía de las verduras de su huerta y de la pequeña producción de sus cabras. Ella no daba lo que le sobraba, sino lo que le costaba. Porque para Yolanda, el hecho de ayudar al vecino no termina en el acto de dar. En el proceso, lo escucha, y es así como realmente entiende lo que le sucede al otro.

Un ejemplo de su compasión es su trabajo con las mantas. Me contó que, en los parajes más lejanos, donde la gente vive en un clima aún más cruel, el frío es implacable. Así que Yolanda junta retazos de tela, los corta con la única tijera que tiene, una de esquilar, y cose cada pedazo para hacer mantas que abriguen a sus vecinos. También repara camperas viejas que le llegan de la ciudad, para repartirlas entre quienes las necesitan.

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Yolanda ayuda desde hace mucho tiempo, sin buscar likes ni reconocimientos. Lo hace en silencio. Nunca nos habríamos enterado de su labor si no fuera porque la conoció una voluntaria independiente que recorrió la zona. Gracias a eso, un diario local publicó que una mujer llamada Yolanda, en Gualjaina, necesitaba una máquina de coser para continuar su trabajo.

Para nosotros, ese fue el punto de partida. Conseguimos una máquina de coser profesional, apta para trabajos duros, y nos propusimos llevársela. Partimos desde Maquinchao, la capital de la lana, y a la máquina le sumamos esa materia prima. Con todo listo, emprendimos un viaje de 600 kilómetros desde Río Negro a Chubut para entregarle todo en mano.

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Decidimos hacer este recorrido a dedo, para demostrar que las ganas y la necesidad de ayudar son parte de todos. Porque ahora era Yolanda la que necesitaba la ayuda de la gente para que la máquina de coser y las lanas que yo llevaba en las manos, llegarán a destino.

Cada persona que me levantó en la ruta durante esos tres días fue un eslabón en una cadena de solidaridad que tuvo su punto culminante cuando Yolanda recibió lo que necesitaba.

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