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Fecha de publicación: 7 de Agosto de 2025 a las 11:45:00 hs

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Medio: TN

Categoría: POLITICA

Duro mensaje de la Iglesia al Gobierno: "No podemos desentendernos de los jubilados ni de las personas con discapacidad"

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Descripción: El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, encabezó la misa por el Día de San Cayetano y pidió que los gobernantes generen trabajo. “Hay que salir del chiquero de la descalificación”, reclamó.

Contenido: La Iglesia le envió un duro mensaje al Gobierno en medio de la misa por el Día de San Cayetano: “No podemos desentendernos de los jubilados ni de las personas con discapacidad”.

En medio de los reclamos, los vetos del Ejecutivo y a menos de 24 horas de la marcha que llevaron adelante ayer los jubilados y trabajadores del Hospital Garrahan, monseñor Jorge García Cuerva, el arzobispo de Buenos Aires, le pidió a los gobernantes que generen trabajo y no se desentiendan de “los más débiles”.

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Durante la homilía, el sacerdote expresó: “El trabajo es un gran ordenador social, el trabajo dignifica a las personas. Pedimos una vez más a San Cayetano por todos los trabajadores de nuestra Patria, por todos, porque como Iglesia, valoramos todas las formas de trabajo: el empleo formal, los emprendimientos familiares, la economía popular, el reciclado, las changas. Toda actividad que, con esfuerzo, lleva dignamente el pan a la mesa merece ser reconocida, acompañada y protegida”.

Y tras ello, le envió un reclamo al Gobierno donde pidió ser “custodios y guardianes de la vida de los demás”. “De los más pobres, de los más débiles, de los ancianos que siguen esperando una jubilación digna. Somos custodios de las personas con discapacidad y los enfermos”, insistió.

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Además, en su discurso, García Cuerva cuestionó las medidas del Gobierno de la Ciudad. “No podemos desentendernos de los que sufren, de los que revuelven los tachos de basura buscando algo para comer, que no lo hacen porque les gusta, lo hacen por necesidad”, resaltó.

Tras ello, pidió que la Argentina sea “una casa de reconciliación”. “Dejemos de descalificarnos, de odiarnos, de tratarnos mal y de usar palabras que lastiman mucho”, reclamó.

“Como nos dice el Papa León XIV, la paz comienza por cada uno de nosotros, por el modo en el que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás; y, en este sentido, el modo en que comunicamos tiene una importancia fundamental; debemos decir ‘no’ a la guerra de las palabras y de las imágenes”, insistió el arzobispo de Buenos Aires.

También pidió que el país sea “una casa de encuentro y trabajo” donde se pueda dialogar y encontrarse para “buscar soluciones a los problemas que aquejan al pueblo”. “Que se revalorice el trabajo, porque como nos decía el recordado y querido Francisco, lo que te da dignidad es ganar el pan y si nosotros no damos a nuestra gente, a nuestros hombres y mujeres la capacidad de ganar el pan es una injusticia social”, aseguró.

“Los gobernantes deben dar a todos la posibilidad de ganar el pan porque esta ganancia les da dignidad. El trabajo es una unción de dignidad y esto es importante. Muchos jóvenes, muchos padres y muchas madres viven el drama de no tener un trabajo que les permita vivir serenamente, viven al día. Y muchas veces la búsqueda se vuelve tan dramática que los lleva hasta el punto de perder toda esperanza y deseo de vida”, sumó.

García Cuerva retomó la parábola del hijo pródigo para trazar un paralelismo con la realidad argentina y pedir unidad: “La casa del Padre es una casa de reconciliación, donde no se piden explicaciones sino que se abraza, se perdona, se recibe con alegría. Le pedimos a San Cayetano que haga de nuestra Patria una casa así, que podamos abrazarnos, que podamos pedirnos perdón. No hay paz sin justicia y no hay justicia sin perdón”.

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Desde el altar, también apuntó contra “la cultura del enfrentamiento” y llamó a “recuperar la fraternidad”. “El aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación. El aislamiento, no; cercanía, sí. Cultura del enfrentamiento, no; cultura del encuentro, sí”, dijo, citando al papa Francisco.

En diálogo con la prensa, fue aún más explícito: “Hay demasiada grieta, demasiada fragmentación, casi nos tratamos como enemigos cuando pensamos distinto. Creo que nada se construye de esa manera. No creo que una familia pueda salir adelante tan enfrentada, muchísimo menos un país”.

En ese sentido, reconoció que “hubo una baja de la inflación, que es el impuesto de los pobres”, pero advirtió que “también tenemos que comprometernos a bajar los niveles de descalificación, de individualismo, de crueldad, porque si no, no vamos a salir adelante”.

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“Podemos tener unos números que nos cierren y que nos hagan bien, pero al final la vida no es solo números”, agregó.

Hacia el final de la celebración, pidió que la Argentina sea “una casa de hermanos, donde nos duela profundamente lo que sufren los desocupados, los marginados, los excluidos. No nos salvamos solos”, advirtió. Y agregó: “San Cayetano, animanos a desterrar la cultura de la indiferencia y a vivir la fraternidad”.

El arzobispo cerró su mensaje con palabras del Papa León dirigidas a los jóvenes: “La plenitud de nuestra existencia no depende de lo que acumulamos ni de lo que poseemos, más bien, está unida a aquello que sabemos acoger y compartir con alegría. Comprar, acumular, consumir no es suficiente”.

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