Fecha de publicación: 7 de Agosto de 2025 a las 12:28:00 hs
Medio: INFOBAE
Categoría: ESPECTACULOS
Descripción: El hijo mayor de la conductora y Benjamín Vicuña participó como jurado en Los 8 Escalones y se sinceró sobre los caminos profesionales le interesan
Contenido: En su segundo día como conductora en Los 8 Escalones (El Trece) Pampita Ardohain tuvo a su hijo, Bautista Vicuña, como jurado especial. La química entre ambos no tardó en tomar el centro del escenario, dibujando en cada bloque una postal de complicidad y costumbres familiares que sorprendió y enterneció a la audiencia. No solo brillaron por su relación atravesada por el cariño, sino que regalaron, en plena competencia, confesiones y anécdotas que dejaron a todos queriendo un poco más de esa intimidad compartida. Y, además, por la inesperada confesión del joven sobre sus ambiciones profesionales.
El primer gesto lo tuvo Pampita, cuando tras una pregunta sobre música respondió con una certeza maternal: “Sabe mucho de música.” El protagonismo, entonces, pasó a Bautista, encargado de confirmar en vivo si la respuesta de Nair, la participante de turno, era correcta. Entre los dos tejieron un pequeño retrato sonoro del hogar. “En casa siempre ponen y en el auto ni te digo lo que voy escuchando, no puedo manejar nunca la música en el auto, es como que me entrego, lo bueno es que me ponen al día, conozco muchos artistas nuevos”, reconoció la conductora, sacando a la luz una rutina cotidiana que muchos comparten en silencio, ese vaivén musical en el que los hijos llevan la batuta.
El adolescente acompañó: “En casa y en el auto se escucha de todo, a mí me gusta escuchar de todo”, fue su aporte. Una frase sencilla, pero que de inmediato motivó la expansión de la escena familiar: “Hay música siempre, para bañarse, para merendar, para estar con amigos, para bailar, estar tranquilos”, completó Pampita, pintando un hogar donde la música nunca falta y acompaña cada pequeño rito del día a día.
Fue la jurado especial Evangelina Anderson quien, con curiosidad genuina, subió el tono: “¿Qué es lo que más te gusta?”. Ante la consulta, el adolescente no dudó: “Todo, me encanta la música.” Su madre intervino para desatar la siguiente revelación: “Todo el viaje ponen música y los más chiquitos les gusta la música que le gusta a él, se saben todas las letras, es el referente de la música de casa”. Bajo la luz de las cámaras, el rol del hermano mayor se volvió una postal de convivencia y contagio de gustos, donde las voces de los más chicos siguen la guía de Bautista.
Entonces, Marcelo Polino llevó el diálogo un paso más allá: “¿Vos querés ser músico?”, preguntó. Sin dar vueltas, el muchacho le ofreció una respuesta despreocupada: “No, no creo, me gustan varias cosas, la actuación, las ventas, el deporte, hago boxeo.” No hubo presión, solo un cierre abierto y maternal de Pampita: “Veremos, todavía hay tiempo”.
El clima distendido no quedó ahí. La charla entre madre e hijo se entrelazó con la historia de una participante, Nair, quien confesó que fue su hija quien la inscribió en el certamen televisivo. Ahí la presentadora no dudó en lanzar un dardo cariñoso: “Ay, qué bien. A mí Bauti nunca me inscribió en nada de sorpresa”. Las risas llenaron el estudio. El adolescente, lejos de rehuir, tomó el guante: “Dame una oportunidad.” Así, los roles se invirtieron con naturalidad, dejando al descubierto una familia acostumbrada a jugar e intercambiar guiños en público y en privado. Por su parte, la presentadora aprovechó para sumar: “Solemos compartir el hábito de mirar el programa de preguntas y respuestas juntos en su hogar.”
El clima festivo ganó nuevas capas cuando la misma jugadora compartió cómo conoció a su esposo: en un canto-bar, bajo el embrujo de canciones y trucos de magia. En ese instante, la modelo se volvió una espectadora más, indagando e imaginando. Polino bromeó al destacar lo “completito” del marido de Nair, mientras la historia de amor de dos décadas sumó nuevas risas y admiración. La escena concluyó con una ocurrencia de la conductora: “Voy a empezar a ir a esos lugares, pasá las direcciones por favor, te lo pido”, soltó entre carcajadas. El muchacho remató: “Anotá madre, anotá por favor.”
Con situaciones como estas, Los 8 Escalones vivió esa noche una versión potenciada de su formato clásico. Entre preguntas, confesiones y carcajadas, madre e hijo dibujaron una radiografía del lazo que los une, compartieron intimidad sin poses y tejieron un momento televisivo difícil de olvidar. La televisión, de pronto, se sintió hogar; una velada donde las historias, las bromas y los sueños futuros encontraron el eco perfecto.
Visitas: 0