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Fecha de publicación: 30 de Julio de 2025 a las 13:06:00 hs

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Medio: INFOBAE

Categoría: GENERAL

La tradición religiosa de un pueblo de Galicia que lleva en procesión a personas vivas en ataúdes

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Descripción: La romería de Santa Marta de Ribarteme en As Neves tiene raíces medievales. Actualmente, enfrenta restricciones por decisión del párroco local, pese a lo cual este año hubo un “ofrecido”. Cómo fue la celebración

Contenido: Una tradición de origen medieval reúne a miles de personas cada 29 de julio en As Neves (Las Nieves), un pequeño pueblo del municipio Pontevedra, para presenciar una de las tradiciones más singulares de Galicia y también de España y el mundo: la procesión de los ataúdes en honor a Santa Marta de Ribarteme.

Si bien este año cientos de personas asistieron a la festividad religiosa, en 2022 se produjo la eliminación de los ataúdes de la procesión de Santa Marta de Ribarteme, a raíz de la decisión del actual párroco de prohibir los llamados “cadaleitos”, (ataúdes, en lengua gallega). Según consignó el sitio de noticias Faro de Vigo, desde entonces esta festividad de As Neves perdió mucho de su atractivo, en comparación con años anteriores.

A pesar de la restricción, dijo el mismo diario gallego, un hombre se atrevió este año a caminar bajo un ataúd abierto, sumándose al final de la comitiva. Recorrió parte del trayecto de rodillas y completó el resto agachado bajo la caja vacía, soportando los 30 ℃ que marcaba el termómetro.

Cientos de fieles, pero menos que en otras ediciones, participaron en el evento. La mayoría de los asistentes consultados por el medio lamentaron que el cura Francisco Javier de Ramiro haya reclamado que ya no se lleven los féretros con personas vivas, que considera una superstición, por lo que se ha producido una pérdida de devotos y también ha disminuido la atención de medios de comunicación internacionales. “Me dedico a evangelizar y no a fomentar supersticiones, folclores o brujerías”, había declarado el sacerdote a La Voz de Galicia.

La romería tradicional, declarada de Interés Turístico autonómico, los protagonistas son los "ofrecidos“, personas que han superado situaciones críticas y que, como muestra de agradecimiento, recorren las calles dentro de féretros, acompañados por familiares, devotos y curiosos llegados de toda Galicia y del extranjero.

La jornada principal de la romería de Santa Marta de Ribarteme comienza con una misa en la parroquia de San José de Ribarteme, donde se venera la imagen de la santa. Para acoger a la multitud, el servicio religioso suele celebrarse en una carpa instalada junto a la iglesia. Allí, los féretros, con sus interiores de raso blanco, esperan a los “ofrecidos”, quienes han decidido cumplir su promesa de gratitud a la santa.

Cuando se realiza la procesión tal como indica la tradición, se extiende durante unas dos horas, avanza lentamente por las calles del pueblo. La imagen de Santa Marta, portada a hombros por costaleros, encabeza el cortejo, seguida por los “ofrecidos” en sus ataúdes y el resto de peregrinos, que acompañan en silencio sosteniendo cirios. Una banda de música marca el paso, mientras los "romeros cantores" entonan plegarias y salmodias, como la emblemática frase en gallego: "Virxe Santa Marta, estrela do Norte, traemos-che os que viron a morte“. Estos cantos, según la Asociación de Patronos de la Romería de Santa Marta de Ribarteme, constituyen un repertorio literario de carácter juglaresco.

El ambiente de la procesión es solemne y sobrecogedor, pero también festivo. Los asistentes, muchos vestidos con túnicas y mortajas, acompañan a los “ofrecidos” en su recorrido, que culmina en el cementerio y regresa al punto de partida. Algunos devotos han optado por ir en ataúdes cerrados, intensificando la experiencia simbólica del “sueño eterno”, mientras otros acompañan la talla de la santa de rodillas, apoyados en palos o en familiares, y protegidos con rodilleras improvisadas.

La procesión de los ataúdes tiene raíces medievales, con constancia escrita desde al menos el año 1700, aunque algunos estudiosos sitúan su origen en tiempos precristianos. La devoción a Santa Marta, hermana de Lázaro según la tradición bíblica, está profundamente arraigada en As Neves. Los fieles la consideran la intercesora ideal en momentos críticos, cuando la vida pende de un hilo y solo la fe sostiene la esperanza.

Los “ofrecidos” son personas que han estado al borde de la muerte o han tenido a un ser querido en esa situación. Su participación en la procesión es una promesa cumplida: agradecen a la santa por su intervención milagrosa, o piden su protección ante enfermedades graves o peligros inminentes. Esta tradición, que mezcla elementos religiosos y paganos, ha convertido a la romería de Santa Marta en una de las celebraciones más singulares y reconocidas internacionalmente. El diario The Guardian la calificó como la segunda fiesta más rara del mundo.

La edición de este año, según informó la prensa, se extendió del 27 al 30 de julio, combinando una procesión con un ambiente festivo y gastronómico. El programa incluyó un partido de fútbol y una "churrascada" el domingo 27, verbenas nocturnas y atracciones para niños, además de la tradicional comida campestre en los prados, donde el "polbo à feira" (pulpo con patatas y pimentón) fue el plato estrella.

Los ataúdes que se utilizaban en la procesión pertenecen a la iglesia y se guardaban en la Casa de la Santa, un edificio anexo a la parroquia. Los devotos podían “alquilar” un féretro, ofreciendo un donativo, o traer el suyo propio. La participación en la procesión adoptan distintas formas: algunos “ofrecidos” eligen ir en ataúdes abiertos, a la vista de todos, mientras otros prefieren cerrarlos, intensificando el simbolismo de la experiencia. En el caso de los niños, los ataúdes siempre recorrían el trayecto vacíos, según la web de Turismo de Rías Baixas.

No todos los penitentes optaban por el ataúd. Algunos acompañan la imagen de la santa caminando, cubiertos con una gasa blanca y portando una vela, justo detrás de la talla. La mano derecha de la santa, siempre alzada, simboliza la protección para quienes han eludido la muerte.

La procesión avanza despacio, con frecuentes relevos entre los portadores de los féretros, y el calor de julio añade dificultad al recorrido. La experiencia, tanto para los “ofrecidos” como para sus familiares y amigos, es intensa y emotiva, y constituye el núcleo de una tradición que ha sobrevivido al paso de los siglos.

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